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“¿COLECHAR O NO COLECHAR?” ESA ES LA CUESTIÓN

En nuestra sociedad, en la que padres y madres buscan tener la mejor relación posible con sus hijos, poner límites suele ser una cuestión frecuente, entre la que nos encontramos entre evitar ser autoritarios o laxos. Sin ir más lejos, en el momento que nace el niño, surge la pregunta ¿colechar o no colechar? Una muy buena pregunta que no tiene una sola respuesta, pues depende de muchos factores. Por ello, queremos que conozcáis distintos aspectos de esta práctica tan “de moda”. Lo primero es dejar claro qué entendemos por colecho. Consiste en que el niño duerme con sus padres. ¿Hasta cuándo? No hay un consenso al respecto, pero es una práctica muy relacionada con el tiempo de lactancia del recién nacido, por lo que según la OMS (2019) debe de extenderse como máximo hasta los dos años.

Los defensores del colecho parten del argumento que es un modo natural de comportarse de los mamíferos (los cuales lo practican). Incluso los primeros primates en las cuevas lo hacían. Por otro lado, la teoría del apego de Bowlby considera que estas prácticas favorecen una relación afectiva adecuada con nuestro hijo y el consecuente desarrollo de una personalidad segura .

Sin embargo, como padres, debemos de ser capaces de poner límites a esta práctica, ya que podemos sobreproteger a nuestros hijos, pudiendo generar una relación de dependencia , dificultando el desarrollo de su independencia y autonomía.

Por tanto, no podemos decir sí o no al colecho de manera radical. Los padres son los que deben de tomar la decisión teniendo en cuenta tanto las necesidades como los deseos de los miembros de la familia, en especial del menor. Muchos autores destacan razones tales como la comodidad, protegerlo de las pesadillas como nos hubiera gustado a nosotros, la relación de pareja (para evitar el contacto con ella o por querer tenerla controlada), pudiendo llegar el niño incluso a ocupar el hueco que se deja en la cama tras una separación. Cada una de ellas dará lugar a unas consecuencias distintas. Con esto, os invitamos a haceros una pregunta ¿lo hago por él, por mí o porque es la moda? Por ejemplo, si está motivado por una necesidad afectiva nuestra, tenemos que valorar que compartir la cama con nuestro hijo puede hacer que quiera participar en más cosas, desde aspectos cotidianos como decidir lo que se come hoy, hasta decidir dónde ir de vacaciones. En base a esta decisión, se podrán dar diversos escenarios en nuestra vida cotidiana.

Como siempre, ante cualquier duda, recordamos posibilidad de recurrir a un profesional en busca de asesoramiento. Todo sea por mantener una mirada continua, atenta y sensible hacia nuestros pequeños.

Escrito por Miguel Ángel Murillo Iniesta .

Bibliografía

  • Emmerich, A.; Finocchiaro, J. (2015). Colecho: padres que duermen con sus hijos: Una lectura psicoanalítica para una práctica en auge. V Congreso Internacional de Investigación, 11 al 13 de noviembre de 2015, La Plata, Argentina. EN: Memorias del V Congreso Internacional de Investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de La Plata. La Plata: Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Psicología. En Memoria Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.12275/ev.12275.pdf
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